Resumen:
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Los museos tendrán que buscar nuevas fórmulas de experimentar el arte, nuevos y arriesgados modos de propiciar el atractivo de sus colecciones. Este es el momento de las ideas, el momento para asumir riesgos por nuevos objetivos, porque existen grandes retos por delante a los que el mundo del arte no es ajeno, no puede ser ajeno. Se necesita tener un buen plan. Como en las buenas películas, es imprescindible planificar las cosas que se van a hacer y cómo hacerlas, idear cada paso, medir los peligros y generar la acción, incluso prever un plan B. Ahora, más que nunca, es imprescindible un posicionamiento. El plan museológico de una colección es su hoja de ruta, lo que le confiere personalidad y entidad. Ese desarrollo debe ser anticipado y tener la suficiente flexibilidad como para transmutarse al ritmo en que cambian su entorno y la propia vida. Las colecciones de arte no son proyectos inamovibles. Esta obra propone acción y aventuras en un mundo hostil como es el entorno del museo, tan poco enamorado de los cambios. Busca en el escenario cambiante de la cultura contemporánea el lado más apasionado de nuestro trabajo para propiciar en los espectadores el interés por el encuentro, por la sorpresa y por la incertidumbre. Si creemos que una colección de arte es un hecho inocuo y restringido, estaremos equivocados.
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